En la población de Ferrol encontramos un pequeño local que tiene por nombre Irlanda... aunque lo cierto es que de Irlanda apenas tiene si quiera el nombre.

En el interior no había un sólo elemento que hiciera referencia al país celta. Ni siquiera el nombre del local está presente en el mismo salvo en un rótulo en el frontal de la máquina expendedora de tabaco.

Dominaba el local una jukebox que no funcionaba y entorpecía el paso enormemente, y de las paredes colgaban gran cantidad de fotografías que a salvo de 4 o 5 nada tenían de criterio ni sentido alguno, pues en las propias palabras de los propietarios se tomaron de internet sin ningún criterio, solamente para "rellenar " el local.

Así que intentamos acompañar la oferta gastronómica haciendo de lugar un homenaje a la gastronomía gallega, bebiendo de sus valores tradicionales pero actualizándolos a una sensibilidad contemporánea.

Se trata de un local de proporción marcadamente longitudinal , cuyoelemento principallo constituye una gran barra que domina y acompaña todo el local.

Para dotarla de la importancia que se merece y vestirla de tildes gallegas se revistió su frente con unos enormes bloques de granito , la piedra del país, bastos, que exhibenlas hermosas marcas de la cantería, que nos muestran como heridas los lugares por los que la piedra fracturó.

Este monolito de subraya con una tira de leds que a baña desde el sobre de la barra realzando aun más su tectónica.

El suelo se cubre con una tarima de roble blanquecina, respetando solamente una franja de pizarra cercana a la barra y que por tanto sufrirá más el día a día del local.

El cielorraso y la parte alta de la barra se pintan de un gris azulado , muy frecuente en las carpinterías y fachadas de la poblaciones costeras gallegas, para perder los límites de la sala, y de él descuelgan docenas de los platos de madera utilizados por las pulpeiras para servir tan exquisito como característico producto gallego: o polvo a feira.

Las mesas, convencionales, son sustituidas por otras realizadas con tablones de madera aserrada, que contrastan en toda su crudeza con unos caminos claros sobre los que descansan las hermosísimas piezas de las vajillas de porcelánicas de Sargadelos, y un centro de la misma porcelana que luce en cada mesa una hortensia.

Las sillas dispuestas son réplicas de la famosa Wishbone Chair, de roble.

Por último se reserva el rincón de la entrada para fabricar una mesa de cerrajería y madera que con unos troncones que sirven de taburetesconfiuran un auténtico rincón de taberna , donde degustar unas concas de Albariño de Sargadelos sonriendo ante el chiste del genial Castelao reproducido sobre pintura de pizarra frente a la mesa.

Salud.

La fantástica porcelana de Sargdelos marida a la prefección con la rugosidad de las mesas de madera cepillada y las ya clásicas sillas Wishbone